Domingo.
8 de junio.
Hora:….Muy temprano.
Posiblemente este sea uno de los folios en
blanco que tengo delante más difíciles de los últimos años. Folio en blanco que,
como nuestros días, tiene que ir siendo escrito.
Y,
evidentemente, no porque sea difícil se va a dejar sin escribir.
Como el folio, la vida es un reto.
O muchos retos.
Línea a línea, reto a reto, vas escribiendo lo
que sientes, lo que te mueve, lo que te conmueve, lo que te indigna, lo que te
inspira, lo que te entristece, lo que te hace feliz y definitivamente, lo que
te hace vivir.
Irán pasando las líneas, los retos y los
días y algún día, “indefectiblemente”, como diría Neruda, “te encontrarás a ti
mismo, y esa, sólo esa, puede ser la más feliz o la más amarga de tus horas”…
pero al margen de ello y para no ponerme excesivamente sentimental (o pesada)
soy consciente de los retos políticos que tengo por delante y que reconozco me
es muy difícil separar de mi manera de entender las cosas.
Reconozco ser una eterna perseguidora de
idealismos, a veces incluso de utopías, pero sé que si no fuera gracias a esa
persecución, no se habrían alcanzado muchos de los progresos sociales de los
que disfrutamos hoy en día.
Pasar por adversidades, sola o acompañada,
también marca el carácter. De tantos golpes y de la erosión del agua, hasta las
piedras se van moldeando.
Y entre idealismos y adversidades que te
hacen caer y levantar, las personas nos vamos forjando.
Poco a poco.
Sin
prisa pero sin pausa.
Ante
cuchicheos y (escasas) sinceridades. Ante burlas (de quienes más tienen que
callar) y ánimos y muestras de apoyo.
Todo ello, se acentúa especialmente en el
mundillo político que a lo largo de los últimos años ha ido perdiendo
credibilidad, y con razón, por el uso y abuso de unos con el consentimiento de
otros ante la mirada atónita de la mayor parte de la población.
Lamentablemente, observamos con frecuencia
cómo en el momento que una persona, por participar en política, se siente
investida de poderes al margen de la razón y el sentido común y por encima del
resto de la población, comienza a nublarsele la vista y la coherencia.
La política es una sencilla cuestión de
confianza, lo mires a la escala que lo mires, que lo único que supone es que
otras personas te eligen para que seas su voz y de la de sus reivindicaciones.
Nada más.
Y nada menos.
Desde ese sencillo concepto, como hacen otras
muchas personas en este país, voy a hacer todo lo que pueda mientras pueda,
para que se oiga alto y claro el sentir de la gente.
Puede que lo consiga o puede que no.
Pero al menos, lo habré intentado con
todas mis fuerzas.