miércoles, 1 de junio de 2016

BARRA LIBRE AL IMPERIO DE LOS PREJUICIOS


Otra vez el velo en el candelero (o en el candelabro que diría aquella, aunque esto último sólo si la intención es prender una llama con la que agitar a parte de la sociedad) 
Ahora es ni más ni menos que la Abogada del Tribunal de Justicia de la Unión Europea la que considera "admisible"prohibir a una trabajadora musulmana el uso del velo en su lugar de trabajo, si la medida responde a una política de "neutralidad religiosa y de convicciones" que el empresario aplica a todos sus empleados.

Dicho en otras palabras: barra libre al imperio de los prejuicios
Muy lamentable y muy buena noticia para quienes están a la espera de cualquier resquicio legal en base al cual justificar cualquier posible despido basado en connotaciones racistas y que puede ser maquillado para parecer algo "neutral" y pésima noticia para todas las mujeres y hombres que creen en la libertad religiosa como derecho fundamental del ser humano.
¿Neutralidad? 
Al menos en un estado aconfesional ya se presupone esa neutralidad (por cierto que nunca está de más recordar que el término laico hace que quede relegado a un asunto absolutamente privado sin derechos específicos ni posiblidad de presencia en cualquier espacio público frente a la aconfesionalidad, como la del Estado Español,  y que supone que el Estado no tiene confesión religiosa y que respetará a todas las confesiones sin adscribirse en concreto a ninguna)
¿Qué tendrá este velo que tanta gente se empeña en controlarlo? 
¿Y cómo lo van a controlar?
 Controlar lo que llevo puesto, concretamente en la cabeza, es querer controlarme, meterme en un compartimento, encasillarme, hacerme pasar por el aro, es querer controlar mi libertad como ser humano a elegir qué llevo y cómo lo llevo, es querer controlar mis creencias, en definitiva, es querer anularme como mujer libre en un sistema social y democrático de Derecho y eso, creanme, es imposible. 
En un mundo con demasiados compartimentos estancos hay que seguir apelando al principio más elemental y fundamental de cualquier persona: LA LIBERTAD
La libertad para elegir.
La libertad para ser.
La libertad que sólo debe tener como límite la libertad de mi vecin@ y que va intrínsecamente unida al respeto social que nos debemos unas personas a otras. 
Ni más ni menos.
Lejos de buscar la forma de poder encajar todxs en el puzzle, hay que asistir al penoso espectáculo de ver cómo hay quienes prefieren afilar las aristas de las piezas para incomodar. 
Y lejos de todo ello, debemos seguir apelando a eliminar prejuicios en una sociedad en la que cada día, sobran más (prejuicios)

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