Ha inspirado y sigue inspirando a varias generaciones de activista palestinos.
Una mujer tremendamente luchadora y dedicada de manera incondicional a la causa de su tierra: Palestina.
Lo vivido durante su infancia, la marcó profundamente, ya que Leila presenció en primera persona el desastre de la Nakba, la catástrofe que supuso la limpieza étnica Palestina que llevaron a cabo los sionistas. Junto a su familia, huyó a Tiro en Líbano donde, como muchos jóvenes de su generación, pasaron esos años en la miseria de un campo de refugiados.
Esa realidad, la de la vida de los refugiados, inculcó una profunda conciencia política en Leila Khaled a una edad temprana.

Su nombre saltó a la palestra internacional al ser una de las personas que participó en el secuestro del vuelo 840 de TWA.
Hoy por hoy, sigue siendo referente del activismo y su imagen es sinónimo de fuerza, revolución y búsqueda de la libertad del pueblo Palestino.
Una de las frases más destacadas de su autobiografía es la siguiente:
"Nuestro objetivo mínimo era la inscripción del nombre de Palestina en la memoria de la humanidad y en la mente de todos los libertarios que creen en el derecho de los sometidos a la libre determinación ..."
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