lunes, 31 de diciembre de 2012

REFLEXIONES DE UNA ILUSA EMPEDERNIDA


Supongo que nunca es mal momento para exteriorizarlas.
Antes de comenzar, viene bien recordar la definición: el término iluso, ilusa es definido por la Real Academia Española con dos acepciones.1. Engañado, seducido. 2. Propenso a ilusionarse, soñador. ¡Presente! Esa es la mía, sin duda. No sé si es buena o mala, pero es una de las palabras con las que podría definirme si tuviera que hacerlo. Siempre lo he sido aunque no sé si siempre lo seré. Siempre he tenido tendencia a soñar, y tal vez más despierta que dormida a la vez que he intentado que esos sueños se materializaran.
Creo que ha sido uno de los motores, junto a la fe, que más me han marcado y me han empujado día a día. Y si he soñado y sueño con algo es con la igualdad entre las personas. Ilusa de mi. No pocos tortazos metafóricamente hablando me ha costado y me cuesta tan caro sueño….que también me ha permitido y ha motivado muchos esfuerzos por alcanzarlos… Por supuesto, también despertar muchas veces de imprevisto de algunos de esos sueños con jarros de agua fría de procedencia totalmente inesperada y repentina.

SOÑAR con la igualdad porque te consideras igual a cualquier otro ser humano en todos los ámbitos. Ni mejor ni peor, solamente ambicionando igualdad de oportunidades. Tan sencillo y tan complicado a la vez. Tan utópico. Soñar con que no existan los dobles, triples y hasta cuádruples raseros que se empeñan en facilitar o dificultar el camino de las personas según de quién se trate. DESCUBRIR que demasiadas veces la desigualdad se viste con la capa de la injusticia. Se esconde tras ella. Puede ser cruel, pero también es real. Es una realidad con la que muchas personas se han acostumbrado a vivir, aceptándola como algo normal sin que lo sea y justificando determinadas realidades con su imposibilidad de actuar para cambiarlas. Eso, definitivamente, no deja de ser MIEDO a soñar revestido de una coraza de indeferencia que se encarga de poner límites a cualquier sueño.

Otras nos resistimos. Una y otra vez. Una resistencia que nos sobrepasa, que nos puede, y que muchas veces supone una lucha interna entre lo que se sueña y lo que es. Una lucha interna que, incansable e inexplicablemente, termina venciendo ese yo interior que se niega a aceptar las injusticias y las desigualdades porque se hayan convertido en lo normal. No. Siempre es mejor creer que se puede acabar con ellas, vencerlas y así encontrar las fuerzas necesarias para intentarlo. Todas las veces que sea necesario, hasta que falte el aliento.

El mundo está lleno de ilusos e ilusas que se levantan todos los días, en situaciones realmente adversas, dispuestos a llevar a cabo sus propósitos, sus sueños: profesionales, académicos, personales, sociales…tantos como personas haya. La adversidad es el terreno pero los sueños son los instrumentos para cambiarlo o, al menos, para intentarlo.

Ilusa sí, pero afortunadamente, no soy la única.
*Artículo de opinión publicado en la edición del Faro de Ceuta 31/XII/2012

 

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