Hoy empieza la feria de mi ciudad.
Supongo que eso motiva que la persona con más responsabilidad del area social en el equipo de Juan Vivas (PP) no atienda a las llamadas telefónicas a las siete de la tarde.
Supongo que se olvidan que tener responsabilidades de gobierno es estar disponible y operativa todo el día.
Llevo, especialmente el día de hoy, con una indignación que ha ido en aumento hasta volcarla ahora aquí, en estas líneas, intimas y personales de lo que siento.
El motivo es la situación en la que viven Jose y Rachida. Bajo unos retales de tela en la playa. Retales de tela sujetos por unas cuerdas y por la pena de la mirada de Juan, y en su interior, en unos pocos metros, y sobre una esterilla, unos peques de sonrisas deslumbrantes y miradas tristes, posiblemente, porque como muchos niños y niñas son conscientes de que su situación no es normal.
Como no es normal, que quien esté para resolver estos problemas que surgen a veces en nuestra pequeña ciudad, les emplace a esperar a ver si hay algún hueco en un hostal.
La falta de sensibilidad y de humanidad siguen caracterizando al gobierno del PP de Ceuta.
Solo eso puede explicar que Juan Vivas y los suyos lean desde sus tronos la situación de esta familia y les de igual.
Si, debe darles igual cuando sabiendo las circunstancias de esta familia no mueven un dedo para arreglarlo.
Harta escuchar sus discursos huecos y que luego no aporten ninguna solución.
A mi, a mucha gente, nos dan igual las excusas que se inventan los adoradores de la burrocracia mientras que esos niños y niñas que nada saben, duermen a la intemperie.
Aquí no vale el vuelva usted mañana.
A la vez, me causa una gran frustración no poder solucionar el problema en el acto, cosa que pueden hacer los del trono con una sola llamada telefónica.
Y ahora, mientras Juan Vivas y los suyos se preparan para encender las luces de la feria y salir guapos en las fotos que serán portada mañana, Jose, Rachida y sus pequeños se preparan para una dura noche a la intemperie rogando que el poniente no arranque los retales que les cubren.
No le digas a nadie que me has leído. No lo hagas. Guardemos el secreto. Y menos reconozcas que puedas coincidir conmigo en algo. Podría ser contraproducente para la opinión que tienen de ti. Este sitio es sólo para gente que en algún momento de su vida, se han sentido o les han hecho sentir rara avis y sobre todo, para personas especiales que no tienen complejo alguno en serlo.
viernes, 31 de julio de 2015
miércoles, 8 de julio de 2015
De vuelta a las andadas del blog
Volver.
Como la canción y como la peli de Almodóvar.
Quien sabe si con la frente marchita, pero volver en definitiva.
Volver a escribir.
La última entrada del blog es de hace tres meses y tres días. Ahí es ná.
Con lo que me gusta y me desahoga escribir.
Lo retomo hoy, después de tanto tiempo con la intención de hacer de este espacio un lugar donde volcar lo que pienso y lo que siento.
Puede que lo comparta.
Puede que no.
Depende.
Estos tres meses y tres días han dado mucho de sí.
Una campaña electoral que ahora, a posteriori, puedo reconocer el gran sacrificio y el reto que ha supuesto para mi y para quienes me acompañaron en ella.
Quién lo iba a decir.
Quién me iba a decir a mi que iba a ser la primera mujer musulmana en encabezar un proyecto político.
Y quién me iba a decir que se podía conocer al ser humano (a veces más bien inhumano) en una campaña.
He visto el peor lado de algunas personas (?), el lado rastrero, cruel, vil, capaz de escupir sapos, culebras y todo tipo de porquería por la boca con el único afán de hacer daño. Como siempre, los que abrían sus sucias cloacas con forma de bocas son los que más tendrían que callar. Tanto ellos, como quienes les permiten con su pasividad buscar dañar a cualquier costa.
He visto también el mejor lado de otras muchas personas. Personas que se han entregado y compartido mis ideas. Personas que siempre están dispuestas a trabajar altruistamente, qué sólo preguntaban ¿qué hay que hacer? y siempre con una sonrisa en la cara.
Ha sido una época de difícil conciliación (menudo cínico el que inventó la palabra), una época en la que ha sido difícil no sentirme en algunos momentos mala madre (no el de celda 209) con ese extraño sentimiento de culpabilidad que tenemos cuando echamos de menos pasar más tiempo con nuestros hijos, con nuestros seres queridos en general. Y eso que, alhamduliLah, tenía su apoyo.
Ha sido una época de descubrimientos y de autodescubrimiento.
Una época en la que para algunos sigo siendo demasiado moderna y rebelde (porque según ellos haría mejor en quedarme en casa cuidando de mis hijos solamente) y para otros sigo siendo la mora de las narices.
Para mi, que me mata la monotonía, ha sido y es una carrera de obstáculos. Todos superables, con mayor o menor dificultad, pero superables. La vida en sí es eso desde que abrimos hasta que cerramos los ojos.
Y si he tenido la oportunidad de conocer e insertar en mi vida a personas maravillosas, mejor ha sido ver las caras de niños y niñas que me regalaban abrazos y besos, sin merecerlo seguramente, porque me habían visto en un cartel. Esas caritas tienen para mi un valor incalculable y luchar por ellos y por todos los que vienen, merece pelear contra faraones y dinosaurios.
¿Y ahora qué?
Pues ahora empiezo nuevo capítulo.
Nueva etapa.
Toca compaginar la responsabilidad pública con la privada.
Difícil tarea, pero no imposible claro.
En el ojo del huracán por ser mujer (sigo pensando que tenemos que esforzarnos y sacrificar el doble para llegar sólo la mitad de lejos)
Toca seguir dando la cara.
Sin ataduras ni cortapisas.
Como se suele decir, preparada para lo peor pero esperando siempre lo mejor.
Con una certeza: que de rodillas sólo hay que ponerse ante Dios
Con un gran deseo: poder ayudar a la gente
Con una gran ilusión: la de ver a las próximas generaciones luchar y reivindicar sus derechos hasta conseguir que sus sueños se hagan realidad.
Con una convicción: que los principios y la dignidad del ser humano no son negociables, para los que aún los tenemos intactos
Y, definitivamente, feliz por sentirme útil a los demás, guste a quien guste y pese a quien pese...
Hasta la próxima entrada...
Como la canción y como la peli de Almodóvar.
Quien sabe si con la frente marchita, pero volver en definitiva.
Volver a escribir.
La última entrada del blog es de hace tres meses y tres días. Ahí es ná.
Con lo que me gusta y me desahoga escribir.
Lo retomo hoy, después de tanto tiempo con la intención de hacer de este espacio un lugar donde volcar lo que pienso y lo que siento.
Puede que lo comparta.
Puede que no.
Depende.
Estos tres meses y tres días han dado mucho de sí.
Una campaña electoral que ahora, a posteriori, puedo reconocer el gran sacrificio y el reto que ha supuesto para mi y para quienes me acompañaron en ella.
Quién lo iba a decir.
Quién me iba a decir a mi que iba a ser la primera mujer musulmana en encabezar un proyecto político.
Y quién me iba a decir que se podía conocer al ser humano (a veces más bien inhumano) en una campaña.
He visto el peor lado de algunas personas (?), el lado rastrero, cruel, vil, capaz de escupir sapos, culebras y todo tipo de porquería por la boca con el único afán de hacer daño. Como siempre, los que abrían sus sucias cloacas con forma de bocas son los que más tendrían que callar. Tanto ellos, como quienes les permiten con su pasividad buscar dañar a cualquier costa.
He visto también el mejor lado de otras muchas personas. Personas que se han entregado y compartido mis ideas. Personas que siempre están dispuestas a trabajar altruistamente, qué sólo preguntaban ¿qué hay que hacer? y siempre con una sonrisa en la cara.
Ha sido una época de difícil conciliación (menudo cínico el que inventó la palabra), una época en la que ha sido difícil no sentirme en algunos momentos mala madre (no el de celda 209) con ese extraño sentimiento de culpabilidad que tenemos cuando echamos de menos pasar más tiempo con nuestros hijos, con nuestros seres queridos en general. Y eso que, alhamduliLah, tenía su apoyo.
Ha sido una época de descubrimientos y de autodescubrimiento.
Una época en la que para algunos sigo siendo demasiado moderna y rebelde (porque según ellos haría mejor en quedarme en casa cuidando de mis hijos solamente) y para otros sigo siendo la mora de las narices.
Para mi, que me mata la monotonía, ha sido y es una carrera de obstáculos. Todos superables, con mayor o menor dificultad, pero superables. La vida en sí es eso desde que abrimos hasta que cerramos los ojos.
Y si he tenido la oportunidad de conocer e insertar en mi vida a personas maravillosas, mejor ha sido ver las caras de niños y niñas que me regalaban abrazos y besos, sin merecerlo seguramente, porque me habían visto en un cartel. Esas caritas tienen para mi un valor incalculable y luchar por ellos y por todos los que vienen, merece pelear contra faraones y dinosaurios.
¿Y ahora qué?
Pues ahora empiezo nuevo capítulo.
Nueva etapa.
Toca compaginar la responsabilidad pública con la privada.
Difícil tarea, pero no imposible claro.
En el ojo del huracán por ser mujer (sigo pensando que tenemos que esforzarnos y sacrificar el doble para llegar sólo la mitad de lejos)
Toca seguir dando la cara.
Sin ataduras ni cortapisas.
Como se suele decir, preparada para lo peor pero esperando siempre lo mejor.
Con una certeza: que de rodillas sólo hay que ponerse ante Dios
Con un gran deseo: poder ayudar a la gente
Con una gran ilusión: la de ver a las próximas generaciones luchar y reivindicar sus derechos hasta conseguir que sus sueños se hagan realidad.
Con una convicción: que los principios y la dignidad del ser humano no son negociables, para los que aún los tenemos intactos
Y, definitivamente, feliz por sentirme útil a los demás, guste a quien guste y pese a quien pese...
Hasta la próxima entrada...
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