miércoles, 8 de julio de 2015

De vuelta a las andadas del blog

   Volver.
   Como la canción y como la peli de Almodóvar.
   Quien sabe si con la frente marchita, pero volver en definitiva.
   Volver a escribir.
   La última entrada del blog es de hace tres meses y tres días. Ahí es ná.
   Con lo que me gusta y me desahoga escribir.
   Lo retomo hoy, después de tanto tiempo con la intención de hacer de este espacio un lugar donde volcar lo que pienso y lo que siento.
Puede que lo comparta.
 Puede que no.
 Depende.
 Estos tres meses y tres días han dado mucho de sí.
 Una campaña electoral que ahora, a posteriori, puedo reconocer el gran sacrificio y el reto que ha supuesto para mi y para quienes me acompañaron en ella.
 Quién lo iba a decir.
 Quién me iba a decir a mi que iba a ser la primera mujer musulmana en encabezar un proyecto político.
 Y quién me iba a decir que se podía conocer al ser humano (a veces más bien inhumano) en una campaña.
 He visto el peor lado de algunas personas (?), el lado rastrero, cruel, vil, capaz de escupir sapos, culebras y todo tipo de porquería por la boca con el único afán de hacer daño. Como siempre, los que abrían sus sucias cloacas con forma de bocas son los que más tendrían que callar. Tanto ellos, como quienes les permiten con su pasividad buscar dañar a cualquier costa.
 He visto también el mejor lado de otras muchas personas. Personas que se han entregado y compartido mis ideas. Personas que siempre están dispuestas a trabajar altruistamente, qué sólo preguntaban ¿qué hay que hacer? y siempre con una sonrisa en la cara.
Ha sido una época de difícil conciliación (menudo cínico el que inventó la palabra), una época en la que ha sido difícil no sentirme en algunos momentos mala madre (no el de celda 209) con ese extraño sentimiento de culpabilidad que tenemos cuando echamos de menos pasar más tiempo con nuestros hijos, con nuestros seres queridos en general. Y eso que, alhamduliLah, tenía su apoyo.
Ha sido una época de descubrimientos y de autodescubrimiento.
Una época en la que para algunos sigo siendo demasiado moderna y rebelde (porque según ellos haría mejor en quedarme en casa cuidando de mis hijos solamente) y para otros sigo siendo la mora de las narices.
Para mi, que me mata la monotonía, ha sido y es una carrera de obstáculos. Todos superables, con mayor o menor dificultad, pero superables. La vida en sí es eso desde que abrimos hasta que cerramos los ojos.
Y si he tenido la oportunidad de conocer e insertar en mi vida a personas maravillosas, mejor ha sido ver las caras de niños y niñas que me regalaban abrazos y besos, sin merecerlo seguramente, porque me habían visto en un cartel. Esas caritas tienen para mi un valor incalculable y luchar por ellos y por todos los que vienen, merece pelear contra faraones y dinosaurios.
¿Y ahora qué?
Pues ahora empiezo nuevo capítulo.
Nueva etapa.
Toca compaginar la responsabilidad pública con la privada.
Difícil tarea, pero no imposible claro.
En el ojo del huracán por ser mujer (sigo pensando que tenemos que esforzarnos y sacrificar el doble para llegar sólo la mitad de lejos)
Toca seguir dando la cara.
Sin ataduras ni cortapisas.
Como se suele decir, preparada para lo peor pero esperando siempre lo mejor.
Con una certeza: que de rodillas sólo hay que ponerse ante Dios
Con un gran deseo: poder ayudar a la gente
Con una gran ilusión: la de ver a las próximas generaciones luchar y reivindicar sus derechos hasta conseguir que sus sueños se hagan realidad.
Con una convicción: que los principios y la dignidad del ser humano no son negociables, para los que aún los tenemos intactos
Y, definitivamente, feliz por sentirme útil a los demás, guste a quien guste y pese a quien pese...
Hasta la próxima entrada...








  

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