viernes, 31 de julio de 2015

Donde estas humanidad?

   Hoy empieza la feria de mi ciudad.
   Supongo que eso motiva que la persona con más responsabilidad del area social en el equipo de Juan Vivas (PP) no atienda a las llamadas telefónicas a las siete de la tarde.
    Supongo que se olvidan que tener responsabilidades de gobierno es estar disponible y operativa todo el día.
    Llevo,   especialmente el día de hoy,  con una  indignación que ha ido en aumento hasta volcarla ahora aquí, en estas líneas, intimas y personales de lo que siento.
    El motivo es la situación en la que viven Jose y Rachida. Bajo unos retales de tela en la playa. Retales de tela sujetos por unas cuerdas y por la pena de la mirada de Juan, y en su interior, en unos pocos metros, y sobre una esterilla,  unos peques de sonrisas deslumbrantes y  miradas tristes, posiblemente, porque como muchos niños y niñas son conscientes de que su situación no es normal.
   Como no es normal, que quien esté para resolver estos problemas que surgen a veces en nuestra pequeña ciudad, les emplace a esperar a ver si hay algún hueco en un hostal.
   La falta de sensibilidad y de humanidad siguen caracterizando al gobierno del PP de Ceuta.
   Solo eso puede explicar que Juan Vivas y los suyos lean desde sus tronos la situación de esta familia y les de igual.
 Si, debe darles igual cuando sabiendo las circunstancias de esta familia no mueven un dedo para arreglarlo.
  Harta escuchar sus discursos huecos y que luego no aporten ninguna solución.
  A mi, a mucha gente, nos dan igual las excusas que se inventan los adoradores de la burrocracia mientras que esos niños y niñas que nada saben, duermen a la intemperie.
Aquí no vale el vuelva usted mañana.
A la vez, me causa una gran frustración no poder solucionar el problema en el acto, cosa que pueden hacer los del trono con una sola llamada telefónica.
   Y ahora, mientras Juan Vivas y los suyos se preparan para encender las luces de la feria y salir guapos en las fotos que serán portada mañana, Jose, Rachida y sus pequeños se preparan para una dura noche a la intemperie rogando que el poniente no arranque los retales que les cubren.



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